En el Colombo se armó el “zaperoco”
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En el Colombo se armó el “zaperoco”
En el Colombo se prendió un polvorín. Una discusión que tiene su centro en el cine.
Para resumir este rollo y tratar el asunto con pinzas, digamos que algunas personas, cercanas a la institución desde hace unos 20 años, defienden con celo la idea del extinto Paul Bardwell, de proyectar en las salas sólo el llamado cine arte, alternativo, independiente, diverso; muy lejos del cine comercial que proyecta la mayor parte de las salas de la ciudad. Y publicar en la revista Kinetoscopio, referente en el tema del cine en el país, sólo textos de profundos y críticos.
Quienes defienden esta posición, alegan que la Junta Directiva del Colombo y las personas del área académica están tirando al traste con estos postulados, pues pretenden hacer lucrativas la sala y la revista, basadas en que lo que no sea autosostenible y hasta rentable en el Colombo, desaparezca o se transforme.
Lo curioso es que tanto voceros de la Junta Directiva como del área cultural, niegan sostener tal posición. Aseguran que no tienen en sus planes tal proyecto mercantilista. Que sí hay entre ellos intención de cambiar cosas, estos cambios, que todavía no han definido, irán en el sentido de fortalecer lo existente, con las mismas ideas culturales.
Bardwellistas
Resumido el problema, dejemos de hablar en abstracto. Empecemos por definir personajes. Quienes pusieron el dedo en la llaga para señalar que nefastos vientos de cambio soplaban en el Colombo fueron algunas personas de la entraña de esta institución como Santiago Andrés Gómez, escritor de Kinetoscopio, y Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine y editor de la revista durante los últimos ocho años.
Del otro lado, si se quiere llamar así, están Catalina Uribe, directora de Kinetoscopio, la Junta Directiva, cuyo presidente es Enrique Uribe Escobar, entre otras personas.
Ahora pasemos a mencionar argumentos de cada lado: Pedro Adrián Zuluaga y Santiago Andrés Gómez han interpretado ideas expresadas por Catalina Uribe, en el sentido de que la revista Kinetoscopio y las salas de cine deben ser revisadas para conseguir que ambas lleguen a más públicos y produzcan más beneficios, como la canalización y comercialización de ambas.
Reniegan de ello, y dicen que lo que hace el Colombo con el cine diferente que propone "no es perder plata, es aportar a su misión, a su razón social y, no está de menos decirlo, a la historia cultural de una ciudad que por eso ha aprendido a respetar y admirar el sueño de Bardwell o, mejor dicho, la realidad maravillosa que ha sido el Colombo hasta hace muy poco, porque aún la gente tiene esperanza de que se vuelva al camino de antes", como señala Santiago Andrés Gómez en carta enviada al Presidente de la Junta Directiva, Enrique Uribe Escobar, y lo confirmó en conversación posterior con nosotros.
Pedro Adrián Zuluaga, editor de la revista de cine renunció a su cargo y sólo aparecerá en los créditos de la publicación hasta el número 82, próximo a salir. Él, quien ha acompañado a la directora en un proceso que ella llama de "primer diagnóstico", basado en la forma en que otros ven la revista, está convencido de que ella la someterá a un cambio para bajarle densidad y profundidad. Pero lo que más le molesta es que ese cambio se haga de espaldas a los escritores de la revista y a los lectores y suscriptores (400, según Santiago Andrés Gómez) de la misma.
Y considera que el espacio abierto a la democracia, a las ideas diferentes, a la diversidad étnica y sexual que ha sido el Colombo, todo lo cual expresado desde el arte, está en vía de extinción.
"Yo no soy reacio a los cambios -sostiene Zuluaga-. Creo que si la revista y las salas pueden cambiarse para mejorar, bienvenido sea el cambio, pero que se respete la historia, la lógica de ambas. No de espaldas a un proyecto de más de 18 años".
Y, como Gómez, cree que una visión comercial no generará más ingresos al Colombo. Tal vez menos, pues esta institución no puede competir con el cine que ofrecen centros comerciales. Su fortaleza está en la diferencia, en lo alternativo.
Otros críticos de cine y cinéfilos han ido conociendo esta posición y se han adherido a esta protesta desde las ideas. Una carta de Santiago Andrés Gómez a Enrique Uribe Escobar aparece firmada por 78 personas del cine y la vida cultural. Entre ellas están: Luis Ospina, Héctor Abad Faciolince, Víctor Gaviria, Lisandro Duque, Óscar Molina -quien era director de la revista antes de Catalina, pero que cedió el cargo porque, al decir de sus amigos, él "no quería enterrar este proyecto"-, Pascual Gaviria, Santiago Romero Rey, Oswaldo Osorio...
Revisionistas
Por su parte, Catalina Uribe, la directora de la revista, señala que todo este zaperoco nació de malos entendidos, cuya fuente desconoce. Y considera que si estas personas -un movimiento ya, si se quiere- están vinculadas a la protesta, es porque no conocen plenamente la situación y se dejaron llevar de suposiciones y rumores.
Ella sostiene que, en efecto, va a haber cambios en revista y salas. Pero que cuando en administración se habla de productividad, no necesariamente debe pensarse en mercantilizar las actividades; en plata. Los cambios que pretende la Junta Directiva del Colombo se encaminan a acercar más estas actividades a la comunidad en general. "Que estas actividades tengan más impacto y lleguen a más personas. Que tanto esfuerzo se vea más recompensado", pero "no tenemos todavía claros los cambios que se van a hacer".
Y señaló que ya comenzó a hacer un "primer diagnóstico", para entregarle a la Junta un informe que no esté basado en sus suposiciones. Este diagnóstico inicial lo realizó hace unos días en Bogotá. Visitó a algunos editores como a los de la revista Don Juan, para preguntarles cómo veían ellos Kinetoscopio.
"El mismo Pedro Adrián me acompañó en esas visitas. No hice el diagnóstico inicial con los de la revista porque quería opiniones sin afecto. Pero claro, el gran diagnóstico del cual saldrían las conclusiones finales y las decisiones de cambio, las haría con todos las personas que han vivido el proceso de salas y revista durante casi veinte años. Escritores, lectores, suscriptores. ¿Cómo las iba a ignorar, si son las que conocen la historia y la trayectoria del cine del Colombo?"
Lo cierto es que de ese "primer diagnóstico", Catalina Uribe concluyó que es necesario conseguir una mirada más cercana a la comunidad. Determinar quiénes son los suscriptores de la revista. "No cuántos, sino quiénes". Y hay que someter el cine del Colombo a una evaluación para analizar cómo podría llegarle a más públicos. "Porque el Colombo hace un esfuerzo económico grande y sus directivas quieren ver que mucha gente se beneficie de ello". Mercadeo. Ésta es la palabra.
En suma, dijo Catalina Uribe, todavía no hay decisiones de cambios en revista y salas. Y está convencida de que, contrario a lo que creen los primeros, no se va a perder el cine diferente y de calidad que se proyecta en las salas del Colombo ni la profundidad de la revista. Seguirán -asegura ella- los ciclos de Cine Rosa, Eurocine, Cine Francés y todos los demás que tiene la institución.
Amanecerá y veremos, dijo el ciego. Esperemos a ver si bajan las aguas de esta creciente y la ciudad no pierde un espacio de libertad ideológica o, al menos, de apertura de pensamiento como el Colombo.
La opinión
“Que el cine que se proyecta en las salas del Centro Colombo Americano se quiera parecer al de las salas de cine comerciales que existen en la ciudad, es como firmar su propio certificado de defunción”.
Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine y ex editor de Kinetoscopio.
Para resumir este rollo y tratar el asunto con pinzas, digamos que algunas personas, cercanas a la institución desde hace unos 20 años, defienden con celo la idea del extinto Paul Bardwell, de proyectar en las salas sólo el llamado cine arte, alternativo, independiente, diverso; muy lejos del cine comercial que proyecta la mayor parte de las salas de la ciudad. Y publicar en la revista Kinetoscopio, referente en el tema del cine en el país, sólo textos de profundos y críticos.
Quienes defienden esta posición, alegan que la Junta Directiva del Colombo y las personas del área académica están tirando al traste con estos postulados, pues pretenden hacer lucrativas la sala y la revista, basadas en que lo que no sea autosostenible y hasta rentable en el Colombo, desaparezca o se transforme.
Lo curioso es que tanto voceros de la Junta Directiva como del área cultural, niegan sostener tal posición. Aseguran que no tienen en sus planes tal proyecto mercantilista. Que sí hay entre ellos intención de cambiar cosas, estos cambios, que todavía no han definido, irán en el sentido de fortalecer lo existente, con las mismas ideas culturales.
Bardwellistas
Resumido el problema, dejemos de hablar en abstracto. Empecemos por definir personajes. Quienes pusieron el dedo en la llaga para señalar que nefastos vientos de cambio soplaban en el Colombo fueron algunas personas de la entraña de esta institución como Santiago Andrés Gómez, escritor de Kinetoscopio, y Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine y editor de la revista durante los últimos ocho años.
Del otro lado, si se quiere llamar así, están Catalina Uribe, directora de Kinetoscopio, la Junta Directiva, cuyo presidente es Enrique Uribe Escobar, entre otras personas.
Ahora pasemos a mencionar argumentos de cada lado: Pedro Adrián Zuluaga y Santiago Andrés Gómez han interpretado ideas expresadas por Catalina Uribe, en el sentido de que la revista Kinetoscopio y las salas de cine deben ser revisadas para conseguir que ambas lleguen a más públicos y produzcan más beneficios, como la canalización y comercialización de ambas.
Reniegan de ello, y dicen que lo que hace el Colombo con el cine diferente que propone "no es perder plata, es aportar a su misión, a su razón social y, no está de menos decirlo, a la historia cultural de una ciudad que por eso ha aprendido a respetar y admirar el sueño de Bardwell o, mejor dicho, la realidad maravillosa que ha sido el Colombo hasta hace muy poco, porque aún la gente tiene esperanza de que se vuelva al camino de antes", como señala Santiago Andrés Gómez en carta enviada al Presidente de la Junta Directiva, Enrique Uribe Escobar, y lo confirmó en conversación posterior con nosotros.
Pedro Adrián Zuluaga, editor de la revista de cine renunció a su cargo y sólo aparecerá en los créditos de la publicación hasta el número 82, próximo a salir. Él, quien ha acompañado a la directora en un proceso que ella llama de "primer diagnóstico", basado en la forma en que otros ven la revista, está convencido de que ella la someterá a un cambio para bajarle densidad y profundidad. Pero lo que más le molesta es que ese cambio se haga de espaldas a los escritores de la revista y a los lectores y suscriptores (400, según Santiago Andrés Gómez) de la misma.
Y considera que el espacio abierto a la democracia, a las ideas diferentes, a la diversidad étnica y sexual que ha sido el Colombo, todo lo cual expresado desde el arte, está en vía de extinción.
"Yo no soy reacio a los cambios -sostiene Zuluaga-. Creo que si la revista y las salas pueden cambiarse para mejorar, bienvenido sea el cambio, pero que se respete la historia, la lógica de ambas. No de espaldas a un proyecto de más de 18 años".
Y, como Gómez, cree que una visión comercial no generará más ingresos al Colombo. Tal vez menos, pues esta institución no puede competir con el cine que ofrecen centros comerciales. Su fortaleza está en la diferencia, en lo alternativo.
Otros críticos de cine y cinéfilos han ido conociendo esta posición y se han adherido a esta protesta desde las ideas. Una carta de Santiago Andrés Gómez a Enrique Uribe Escobar aparece firmada por 78 personas del cine y la vida cultural. Entre ellas están: Luis Ospina, Héctor Abad Faciolince, Víctor Gaviria, Lisandro Duque, Óscar Molina -quien era director de la revista antes de Catalina, pero que cedió el cargo porque, al decir de sus amigos, él "no quería enterrar este proyecto"-, Pascual Gaviria, Santiago Romero Rey, Oswaldo Osorio...
Revisionistas
Por su parte, Catalina Uribe, la directora de la revista, señala que todo este zaperoco nació de malos entendidos, cuya fuente desconoce. Y considera que si estas personas -un movimiento ya, si se quiere- están vinculadas a la protesta, es porque no conocen plenamente la situación y se dejaron llevar de suposiciones y rumores.
Ella sostiene que, en efecto, va a haber cambios en revista y salas. Pero que cuando en administración se habla de productividad, no necesariamente debe pensarse en mercantilizar las actividades; en plata. Los cambios que pretende la Junta Directiva del Colombo se encaminan a acercar más estas actividades a la comunidad en general. "Que estas actividades tengan más impacto y lleguen a más personas. Que tanto esfuerzo se vea más recompensado", pero "no tenemos todavía claros los cambios que se van a hacer".
Y señaló que ya comenzó a hacer un "primer diagnóstico", para entregarle a la Junta un informe que no esté basado en sus suposiciones. Este diagnóstico inicial lo realizó hace unos días en Bogotá. Visitó a algunos editores como a los de la revista Don Juan, para preguntarles cómo veían ellos Kinetoscopio.
"El mismo Pedro Adrián me acompañó en esas visitas. No hice el diagnóstico inicial con los de la revista porque quería opiniones sin afecto. Pero claro, el gran diagnóstico del cual saldrían las conclusiones finales y las decisiones de cambio, las haría con todos las personas que han vivido el proceso de salas y revista durante casi veinte años. Escritores, lectores, suscriptores. ¿Cómo las iba a ignorar, si son las que conocen la historia y la trayectoria del cine del Colombo?"
Lo cierto es que de ese "primer diagnóstico", Catalina Uribe concluyó que es necesario conseguir una mirada más cercana a la comunidad. Determinar quiénes son los suscriptores de la revista. "No cuántos, sino quiénes". Y hay que someter el cine del Colombo a una evaluación para analizar cómo podría llegarle a más públicos. "Porque el Colombo hace un esfuerzo económico grande y sus directivas quieren ver que mucha gente se beneficie de ello". Mercadeo. Ésta es la palabra.
En suma, dijo Catalina Uribe, todavía no hay decisiones de cambios en revista y salas. Y está convencida de que, contrario a lo que creen los primeros, no se va a perder el cine diferente y de calidad que se proyecta en las salas del Colombo ni la profundidad de la revista. Seguirán -asegura ella- los ciclos de Cine Rosa, Eurocine, Cine Francés y todos los demás que tiene la institución.
Amanecerá y veremos, dijo el ciego. Esperemos a ver si bajan las aguas de esta creciente y la ciudad no pierde un espacio de libertad ideológica o, al menos, de apertura de pensamiento como el Colombo.
La opinión
“Que el cine que se proyecta en las salas del Centro Colombo Americano se quiera parecer al de las salas de cine comerciales que existen en la ciudad, es como firmar su propio certificado de defunción”.
Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine y ex editor de Kinetoscopio.
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